Enric Miralles y Carme Pinós
P L O T _ Projects Lists of Our Time
La obra de la que trata el undécimo P L O T, es uno de los cementerios más célebres de la arquitectura contemporánea, un complejo capaz de rememorar el viaje que los difuntos realizan hacia el más allá y conseguir que aquellos que se quedan puedan observarlo. Se trata de “El Parc Nou del Cementiri d’Igualada, una de las primeras obras del arquitecto Enric Miralles con la que fue su esposa Carme Pinós.
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Descripción General
Terminó de construirse en 1991, al año siguiente fue galardonado con el premio FAD de Arquitectura 1992. Se erige estandarte de un tipo de arquitectura, de una manera de trabajar y pensar muy personal y característica. Algunos califican la arquitectura de Miralles emocional, provocativa y dramática, con un componente formal muy potente.
La construcción del cementerio se prolongó durante más de una década, algo que dotó al “Parc del Cementiri d’Igualada” de un valor especial, reforzó ese componente litúrgico, religioso que buscaron los arquitectos, “El Tiempo” como metáfora de la vida y nuestro paso por ella, tema recurrente a lo largo de la obra y que como veremos más adelante se encuentra muy presente en varios recursos formales y estrategias materiales.
Para Miralles la observación directa y personal de cualquier proyecto son la semilla con la que debe comenzar todo: “escuchar al usuario y comprender sus nuevas necesidades”, para ello utilizaba anotaciones personales, visiones laterales, exploraba el exterior, establecía un diálogo con el lugar, con su gente, con las costumbres y la forma de habitar… con los planos, con la historia y la memoria…
El paisaje y la arquitectura confluyen de manera natural en esta obra, convirtiéndose en uno solo. Nos muestra un tipo de arquitectura orgánica capaz de adaptarse y envejecer con el paisaje, integrándose, mejorándolo mutuamente.
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Análisis
“Yo cambiaría la palabra de idea por la palabra diálogo, conversar más que idea. Seguramente la peor parte de un proyecto es el carácter de imposición (…) entonces lógicamente no se puede dialogar, preguntar (…) Muchos de mis proyectos se construyen de esta manera: dialogando con lo que existe”
Enric Miralles
El programa consiste en una capilla, un centro administrativo y la zona de nichos, tumbas y panteones familiares; se trata de una tipología clara y sencilla. El contenido simbólico es muy elevado, al recorrer el parque del cementerio vamos encontrando referencias y/o esculturas que recuerdan tumbas profanadas, que manifiestan el tránsito entre la vida y la muerte, … Se trata de un recorrido sinuoso, te guía y te atormenta con la duda, se trata de un espacio de reflexión, de paz, de sosiego, de tranquilidad. El cementerio se convierte en un lugar agradable dónde pasear y recordar a los que ya no están.
Su aspecto inacabado es sin duda una metáfora más, una relación melancólica y romántica de la ruina, de algo que evoluciona y envejece con los años, algo que ponen de manifiesto los materiales utilizados, cómo el hormigón armado y los perfiles de acero corrugado en estado de oxidación continua.
La simbología religiosa se encuentra muy presente para aquellos, que de manera abstracta, logren reconocerlos. Nada más llegar el visitante encuentra unas estructuras abstractas de metal dónde formalmente encontramos cruces sugeridas, de forma más notable los tablones de madera que discurren por el pavimento simbolizan la pasión, …
Todos estos elementos configuran un “lugar” de reflexión dónde el propio camino es el que configura y define la percepción del paisaje arquitectónico austero, de la ruina, de lo futurista, de lo abstracto, …
Paisajístico_ Los arquitectos Miralles y Pinós se propusieron hacer del paisaje arquitectura, y mediante su arquitectura crear un nuevo paisaje. Sumar para crear un nuevo resultado, un nuevo paisaje arquitectónico lleno de matices autóctonos, de vínculos físicos entre lo existente y lo nuevo. El conocimiento del paisaje catalán y de las relaciones emocionales del pueblo se ven reflejados en el proyecto del nuevo cementerio. Es la combinación de este sentimiento y estas referencias, junto a otras arquitecturas próximas a los autores, cómo Josep Maria Jujol, Antoni Gaudí, … de quienes aprehendieron el valor de los materiales pobres, brutos, toscos, oxidados, … inacabados. Las formas orgánicas redefinen su volumetría atendiendo a leyes naturales, pero no mimetizándose con ellas. Integrando las dimensiones del hombre, la naturaleza y la arquitectura, estableciendo relaciones complejas entre las inherentes dimensiones de cada una de estas materias y escalas.
Prácticamente la totalidad de la cota del cementerio se encuentra bajo rasante, enterrando el camino entre nichos y tumbas. Un camino de formas sinuosas y dispares, bifurcadas en algunos puntos, que obligan a decidir y dan la oportunidad de elegir. Se trata de una metáfora de la propia muerte, anuncia el final del camino de la vida avanzando hacia la zona de enterramiento. No es una construcción de la metáfora como ejercicio posmoderno, sino que es la metáfora hecha de piedra, acero y hormigón. La arquitectura escarbada en la tierra.
“Cuando no se pretende hacer tabula rasa, imponiendo un proyecto a un lugar, no queda más que desarrollar una sensibilidad hacia la realidad, así la arquitectura no tiene más solución que ser crítica respecto del lugar y al programa… En Igualada usar el lugar es hacerlo desaparecer…”
Enric Miralles
Todo el recorrido surge de la traza orográfica que define el proyecto, de la propia tierra catalana, de la topografía del lugar. Se emplaza dando vistas hacia una pequeña elevación que sirve de telón de fondo y configura todo el espacio. Crea “calles” por las que circular y lugares de proporción adecuada para “estar”, “meditar”, “reflexionar”. Es en definitiva la creación de un parque semienterrado dónde las vistas pasan del suelo al cielo sin tener un límite intermedio definido. No existe horizonte alguno fuera del propio cementerio.
Arquitectónico_ El echo constructivo, la materialización, no representa para este proyecto el momento final del proceso de trabajo, sino uno más de los momentos inconexos, desconcertantes, dramáticos, … Se trata de la complejidad pragmática y trascendental de que Miralles hace gala.
La representación de los nichos funerarios cómo esculturas, cómo taludes en ocasiones invertidos, es un juego volumétrico y formal que intelectualiza el recorrido y juega con las impresiones del visitante experimentado, aquel capaz de observar la inversión del talud y la dificultad estructural del mismo. Sin duda la retícula que conforman los nichos se utiliza también como recurso formal, creando sombras arrojadas que dramatizan aún más el recorrido.
El espacio de capilla se concibe cómo algo austero, sencillo, mínimo, … un espacio prácticamente vacío, tosco, que recibe luz de pequeños y estratégicos huecos en muros y techo. Se trata de la penumbra previa hacia el más allá. La metáfora dramática y bella comienza en este espacio previo al propio entierro o sepultura.
Los pasos entre los diferentes niveles, o espacios de transición, se definen estrechos y oscuros, creando muchas veces un fuerte contraluz al cruzarlos, que el visitante percibe como deslumbramiento, se aproxima a algo desconocido. La configuración de los muros ciegos, con piezas prefabricadas de hormigón, realizan también una clara función atenuante de los grandes muros que se crean. Los contrastes de luz y sombra embriagan al visitante y crean una atmósfera peculiar.
Luz y sombra, el argumento básico de cualquier proyecto, se convierte en este singular conjunto en algo imprescindible para conseguir entender la complejidad espacial.
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Reportaje Fotográfico
Ganadoa del Concurso fotográfico, John Rios. Felicidades!!
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P L O T
Estandarte de un tipo de arquitectura, muestra rasgos que podemos apreciar en obras posteriores tanto de Enric Miralles como de Carme Pinós. Sin duda ese carácter inacabado será una rémora que Miralles arrastrará durante toda su carrera.
Paisaje + Arquitectura = Nuevo Entorno. Esta suma es la base de la arquitectura de Miralles, recuperar el máximo conocimiento de un lugar y superponerlo, aprovechar el máximo de él y condensarlo, destilarlo en su mínima expresión.
El hecho religioso y litúrgico está presente en todo momento, de una manera abstracta y delicada, echo que no a todos gusta. Sin duda algunos feligreses hubieran preferido el típico cementerio.