Josep Llinás i Carmona

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El noveno artículo analiza la peculiar arquitectura de la Biblioteca Jaume Fuster del Arquitecto Josep Llinás, quien ideó un volumen que pasa desapercibido urbanísticamente, siendo absolutamente peculiar su volumetría. Dónde la luz y el matiz en los espacios consiguen crear una perfecta atmósfera para la lectura.

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Descripción General

La Biblioteca Jaume Fuster ocupa ahora la superficie donde se encontraban los talleres del Gran Metro, actual L3, y forma parte de la gran remodelación de plaza Lesseps.

Se trata de una de las bibliotecas más grandes de la ciudad, ocupando una superficie constrida de 5.636 m2 en cuatro plantas, con un auditorio de 260 plazas, una sala polivalente, una sala de exposiciones y el bar-cafetería, además del área infantil, la de períodicos, revistas, música y cine. Contiene en su interior el Arxiu Municipal del Districte de Gràcia, creado en 1989.

Fue premio FAD en 2006, galardonada por “el acierto de su implantación urbanística que abre nuevas perspectivas en la plaza donde se coloca, la expresividad de su volumetría exterior y la riqueza espacial de los ambientes interiores”, según palabras del jurado.

Ha suscitado el interés a nivel internacional y es visitada por arquitectos de toda Europa. Cumple con todos los objetivos creando así un espacio de información, difusión de la lectura, formación para la ciudadanía, así como de integración sociocultural.

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Análisis

Urbanístico_ Se ubica en una de las plazas más conflictivas de Barcelona, que tuvo una gran transformación urbanística. Llinàs tuvo muy en cuenta las grandes intervenciones que estaban previstas para la plaza. Los criterios principales que regían el proyecto, para esta nueva plaza, eran reducir el tráfico privado, recuperar la pendiente natural de la misma, mejorar la conectividad entre los barrios y ampliar el espacio destinado a los peatones, especialmente ante la biblioteca y la iglesia de ”Els Josepets”.

Una de las consideraciones más importantes que tuvo en cuenta Llinàs, implica directamente a la volumetría del edificio, fue el llamado “corredor verde”, que tiene inicio, o final, en la montaña de Collserola y su final, o inicio en la nueva Plaza Lesseps. Esta plaza se muestra como punto de inflexión entre una trama adaptada a la topografía y a la pendiente, y una trama urbana consolidada más consistente.

Se puede decir que la plaza funciona como vestíbulo de la biblioteca, se pasa de un espacio público exterior a un espacio público interior, favorecido por la arquitectura del edificio, como expresa la gran marquesina que sigue la cubierta y cubre la entrada sobre la plaza.

La realidad es que la biblioteca se ha convertido en el motor de la vida de este nuevo espacio que, con su voluntad de ser nexo de unión entre espacios habitados, no tenía por sí mismo un polo de atracción que dinamizara los flujos de movilidad y de uso.

Arquitectónico_ Son dos las consideraciones fundamentales que intervienen en la volumetría del edificio. Por un lado el anteriormente nombrado “corredor verde”, que para crear el límite ciudad-montaña configura una volumetría característica, expresada mediante cubiertas que se fragmentan y planos que se desmaterializan, potenciando el dinamismo de la visual, consiguiendo así una fachada abstracta diluida con el caos circulatorio de la plaza. Dicha fragmentación juega un aspecto importante no sólo en el exterior, sino también en su interior, pudiendo ser observada desde todo el edificio, gracias a la transparencia entre los diferentes espacios, que se articulan mediante dobles alturas, grandes vidrios y la posición estratégica de los núcleos de comunicación.

La otra consideración que tuvo en cuenta Llinás fue la importancia de la fachada como telón de fondo de la plaza. Una de las estrategias de integración es fundirse ópticamente con los edificios posteriores gracias a su volumetría, esto es, a la desmaterialización y fragmentación antes comentada. Todo ello se manifiesta en planta con una geometría romboidal diferente para cada cota. Así la biblioteca constituye un alzado a la plaza desde la escala adecuada y desde la relación con los edificios ya existentes. Esta es la manera que tiene la biblioteca de afrontar la escala de la plaza.

La marcada expresión que la cubierta manifiesta en el acceso se ve reflejada en planta con el gesto que rompe la geometría inicial de la parcela, además de potenciar el giro en la visual de la plaza.

El arquitecto, además de resolver las necesidades básicas del programa funcional, buscó con el máximo de recursos posibles, crear una atmósfera agradable para el usuario, lector de esta biblioteca.

Uno de los recursos utilizados es la gran cantidad de cristaleras que tenemos en fachada, que además de favorecer una mayor entrada de luz natural, escoge cuidadosamente las vistas al exterior para permitir al lector la mirada lejana, que facilite el descanso, el respiro y la lectura, creando para el mismo una atmósfera estimulante. En este sentido, la mirada lejana complementa la mirada próxima que implica la lectura. Una de las grandes contradicciones del edificio es la de proteger del gran ruido exterior de la plaza, al usuario mediante planos de vidrio de gran dimensión, por lo que aún ofrece una mejor sensación al usuario, ofreciéndole “cobijo” detrás de las grandes cristaleras.

Del mismo modo, las  distintas alturas de los techos permiten diferenciaciones espaciales que ayudan a dotar a cada asiento de la biblioteca una particularidad especial. De esta manera se añade al espacio una mayor complejidad y dinamismo.

Uno de los aspectos a destacar en este proyecto es el uso de los materiales como recurso arquitectónico. Paredes y pilares interiores están pintados de blanco, y a su vez recubiertos con madera hasta cierta altura. De esta manera se define la escala humana en las vastas dimensiones de esta biblioteca, intentando envolver al lector y así aislarlo y crear un espacio más personal e íntimo para su lectura. Recurso que podríamos asimilar al utilizado volumétricamente y en fachada, disminuyendo las dimensiones absolutas del volumen para con los volúmenes próximos.

Podemos comprobar el gran trabajo de diseño de interiores y de los recorridos que existen en el edificio. Llinás tuvo una atención especial por el mobiliario, pero también por la señalización perfectamente integrada en el diseño del edificio.

Si bien, la estructura vertical del edificio pasa desapercibida, la estructura horizontal “cubierta” se ve enfatizada desde el acceso. Dicha estructura cobra mayor fuerza y se enfatiza de manera más clara en los puntos en que la luz natural está presente, sobretodo mediante el uso de lucernarios.

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Reportaje Fotográfico
Ganador del Concurso fotográfico, David Pereira, d10photo. Felicidades!!

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P    L    O    T

La posición estratégica del edificio modifica los límites de la plaza e integra en ella las trazas diseñadas por Albert Viaplana, arquitecto responsable del actual diseño de Plaça Lesseps.

La diversidad de los espacios y el control de la luz sobre ellos, permite matizar perfectamente el uso de cada uno, y que cada usuario pueda escoger el tipo de espacio que prefiera para su lectura.

La polivalencia y flexibilidad de los espacios consigue aunar varias actividades en un mismo volumen, a veces de carácter contradictorio. Si bien la relación entre diversas actividades resulta efectiva a nivel social, la solución arquitectónica debería construir barreras acústicas de mayor eficacia; ya que los ruidos producidos en el bar-cafetería, o acceso del edificio, alcanzan los lugares de lectura.

La protección solar quizá sea escasa en algunos puntos, la solución adoptada no es la más adecuada para la orientación, sobretodo este y sur, del mismo, potenciando en su interior el efecto invernadero. Este efecto se ha intentado paliar con el tintado de algunos vidrios, pero resulta efectivo.

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