La contextualización de lo que en tiempo, fue la montaña de Montjuïc resulta de vital importancia. Se trata de un lugar dónde la urbanización ha sido durante un período concreto, muy masificada; llena de explanadas y taludes artificiales que la hacen más funcional, atendiendo sobretodo, a las necesidades de la exposción universal de 1929. El enclave escogido para el proyecto pretende lidiar entre la trama de ensanche (del barrio del Poble Sec) i la trama suburbana de autocontrucción existente en la montaña, así como la explanada del Teatre Grec, que se encuentra en el solar anexo.
El nuevo complejo pretende ser la puerta, el nuevo acceso, al Teatre Grec, ya que en la actualidad no consta de acceso adaptado para Personas de Movilidad Reducida (PMR). Cumple por lo tanto, una doble función, la de abrir la nueva puerta al teatro y la de lidiar entre la trama de ensanche y la autocontrucción de la montaña.
Crea su propio ámbito, gracias a la fuerte pendiente que existe en la montaña, se clava en ella, creau un patio privado, y un jardín privado que tiene vistas contra la montaña y procura intimidad a los artistas que allí vivan y al propio edificio, que se encierra sobre si mismo entre la montaña y las magníficas vistas de la Ciudad Condal.
Como vemos en sección la protección de la montaña sobre el edificio es muy fuerte, arropándo el uno a la otra y viceversa. La fachada que da hacia el paseo de la Exposición se aleja del límite de parcela permitiendo un mayor ancho del vial, alejando la gran altura del complejo y permitiendo que la fachada respire hacia la urbe.
Aquí se aprecia perfectamente la relación entre el nuevo complejo y el acceso lateral hacia el teatro griego. Sin duda es una relación de respeto, con esa subida en pendiente que permite mantener la intriga de lo que allí ocurre hasta vislumbrarlo ya de cerca. Se mantiene también, igual que hacia la ciudad, una relación de relativa distancia y de volúmenes de menor altura para poder conseguir una buena integración con lo existente.